Extraído de "EVALUACION Y RECUPERACIÓN DE ZONAS INCENDIADAS EN EL MONTE HOYO DE DON PEDRO (TÉRMINO MUNICIPAL LOS BARRIOS, CÁDIZ)" Miguel Cueto Álvarez de Sotomayor, Ingeniero de Montes; Rafael Sánchez Vela, Ingeniero de Montes; Pablo Fernández-Salguero López; Ingeniero de Montes. Revista Almoraima nº 35 Octubre 2007.
Monte público perteneciente al municipio de Los Barrios, ha sido testigo vivo de cientos de años de batallas, guerras, incendios, talas,… Su situación estratégica en el Campo de Gibraltar lo convirtió en el punto de partida de muchos de los asedios que sufrió Algeciras en el siglo XIII y XIV hasta la destrucción total de la ciudad. Asedios que fueron por mar y tierra y que tras más de 700 años han dejado cicatrices en este monte que han perdurado hasta nuestros días, como son muchos de los topónimos que hoy conocemos, o el mismo nombre mencionado: Hoyo de Don Pedro. Si se da una vuelta por el monte y se observa su orografía, nos damos cuenta de que realmente no es un hoyo, ya que está formado por dos montañas que le dan máxima altura a esta zona, separadas por el arroyo del Prior. Pero, si se escudriña en el castellano antiguo, esta palabra cobra sentido ya que en época de la Reconquista, hoyo significaba fortaleza con lo cual el Hoyo de Don Pedro se transforma en la Fortaleza de Don Pedro. Pero… y Don Pedro, ¿quién pudo ser este personaje histórico que le diera nombre al monte con tal fuerza que perdurara hasta nuestros días?
Con el nombre de batalla del Estrecho se conoce al conjunto de operaciones militares y diplomáticas que se llevaron a cabo en torno a las plazas de Tarifa, Algeciras y Gibraltar. Los reinos de Aragón, Génova y en menor medida Portugal, estuvieron implicados en esta prolongada batalla debido a sus intereses económicos en la zona. Un acontecimiento de gran importancia en esta batalla fue el sitio que Fernando IV puso a Algeciras en 1309. Una empresa que terminó en fracaso y tuvo como continuación otras actuaciones militares, también infructuosas. Resultado de este fracaso militar ante Algeciras, la plaza de Tarifa se encontró en gran peligro, de ahí que Fernando IV tomara medidas para fortalecer la villa tarifeña ante las amenazas de los musulmanes que seguían intentando hacerse con ella. Hay que destacar el interés que por Tarifa, Algeciras y Gibraltar tuvieron los reyes Alfonso X, Sancho IV, Fernando IV y Alfonso XI. El primero trató en varias ocasiones de apoderarse por la vía diplomática de Tarifa, Algeciras y Gibraltar no consiguiéndolo. Llegados a este punto y como represalia al daño que había causado a los cristianos el emir benimerín Abu Yusuf, Alfonso X decidió en 1277 preparar una acción militar contra Algeciras para que “Abén Yuçaf no pudiese pasar por allí otra vez aquende la mar”. El rey castellano recibió el apoyo de todos sus reinos y mandó aparejar una poderosa flota de “ochenta galeas e veynte et quatro naues, syn las galeotas et lennos e syn los otros nauíos pequennos”, bien pertrechados de hombres y armas. En el mes de marzo de 1278 ya estaba todo preparado y las tropas reunidas en Sevilla. La flota se desplazó al Estrecho para bloquear Algeciras. Mientras, el infante Don Pedro y el infante Don Alonso Fernández el Niño, comenzaban el sitio terrestre en el mes de abril, hostigando sin cuartel a la plaza sitiada.
Es más que probable que sea este acontecimiento y sus personajes los que le dieron nombre al monte Hoyo de Don Pedro, (La fortaleza del Infante Don Pedro) desde donde se preparó el sitio terrestre, pero además, si desde el monte se dirige la mirada hacia el noroeste, salvando el arroyo del Tiradero, se divisa la sierra del Niño, topónimo que puede deber su nombre al infante Don Alonso Fernández el Niño. Todo parecía indicar, en el asedio a Algeciras en 1278, que los Infantes Don Pedro y Don Alonso Fernández el Niño lograrían su propósito, pero un grave incidente ocurrió. Por un desvío de los fondos recaudados por el tesorero real, no se le pudo enviar a la flota los avituallamientos por esto “los onmes de la flota adolecieron de muy grandes dolencias”. Los barcos fueron abandonados y Abu Yusuf, advertido del estado desastroso de la armada castellana, arremetió contra ella y destrozó a la flota cristiana, de forma que Algeciras pudo ser abastecida desde Tánger. Viendo inviable seguir el cerco, el infante Don Pedro se retiró y “dexaron allí los engennos e las armas et otras cosas muchas que non pudieron leuar. Et los moros sallieron e leuáronlo todo et metiéronlo a la çibdat”.
De este cerco por mar y tierra es probable que nos haya llegado una parte importante de la toponimia del monte, punto de partida para la preparación del sitio a Algeciras llevado a cabo por Alfonso XI. Topónimos como son el arroyo del Prior debido a encontrarse fray Alonso Martín, prior de San Juan, carrera del Moro, el cercano cerro del Fraile o los Castillejos han perdurado hasta nuestros días; otros como el Regajo de la Cruz del Padre Ricardo, se han ido perdiendo en los últimos años debido a su falta de uso.
La historia más reciente de este monte no es menos tormentosa, son conocidas por las gentes de la villa, las historias de las cortas indiscriminadas de alcornoques y quejigos que se realizaron a principio del siglo XX. Una de las más significativas y anecdóticas es la narrada por el recientemente desaparecido (marzo de 2005) y jubilado guarda forestal de la Villa de Los Barrios, Cristóbal Pérez Mañé, hombre recto y serio con su trabajo, en el que contaba como dio con sus huesos en la cárcel por dos días, en el año 1934, a cuenta de las cortas a matarrasa que se estaban llevando a cabo en el Hoyo de Don Pedro. Pero esta historia anecdótica ha quedado contrastada en la Memoria de la 4ª Revisión y 5º Plan Especial del Proyecto de Ordenación del Grupo de Montes de Los Barrios, en la que aparece reflejado: […] los destrozos causados en tiempos de la república (Tercer Plan Especial 1932-1941), que hicieron bajar los aprovechamientos suberosos de la Sección 4ª de un total de 2.536 a 128 Qm, dando esto idea de cómo quedó esa Sección y Cuartel.
La gran proximidad de éste al pueblo de Los Barrios y Algeciras fue la causa de que en él se cometieran tan ingentes daños con preferencia a los demás del Grupo de Los Barrios […]. Posteriormente continúa diciendo: […] la destrucción casi completa del Hoyo de Don Pedro cuya superficie de descorche bajó de 51.274 m2 que figuraban en el tercer inventario a 3.162 m2 que cuenta en el último efectuado con una baja de 48.000 m2 en números redondos.
Es a partir del año 1952 cuando se asume el lamentable estado en el que se encontraba el monte y se planifican, con cargo a la Ley de Auxilio, numerosos trabajos forestales de restauración para el período 1953-1956. Las principales actuaciones acometidas consistieron en repoblaciones de alcornoque tanto de siembra como de plantación que no tuvieron el éxito deseado, repoblaciones de pino resinero y eucalipto que sí prosperaron, rozas y selección de brotes, rozas y regeneración, y rayas cortafuegos. Las repoblaciones de pino consiguieron una rápida cobertura del terreno que frenó procesos erosivos incipientes, pero no todo fueron ventajas. El monte reúne casi todas las condiciones favorables para la propagación de incendios: altas pendientes, acceso abrupto y muy dificultoso, exposición a levante sin obstáculos que minimicen la acción del viento y especies de gran inflamabilidad. Gracias a los proyectos de ordenación de montes y sus revisiones periódicas cada diez años, hoy se dispone de información muy valiosa en cuanto al estado en el que se encontraban los montes y las actuaciones que se llevaban a cabo. Así, en el año 1976 se aprueba la 6ª Revisión del Proyecto de Ordenación del Grupo de Montes de Los Barrios. En este documento se destaca que se preste atención especial a la regeneración de los tramos de reproducción, y que durante la ejecución del Plan Especial (01-10-1971 a 01-01-1981) se atienda con el máximo cuidado a la defensa de los valores paisajísticos y bioecológicos. Resulta muy llamativo, si se analizan los datos de producción de corcho del grupo de montes de Los Barrios, que se hicieran estas recomendaciones justamente en el período de mayor producción de corcho de estos montes en el siglo XX. Esto hace pensar que ya en el año 1976 existía una clara conciencia de cual era e iba a ser uno de los mayores problemas del alcornocal barreño: la falta de regeneración.
Nace en las sierras
altas, en El Corchadillo, aprovechando el efecto de acopio húmedo que produce
el estancamiento de nubes por los vientos este-oeste en esa geografía
norte-sur, desembocando en el río Palmones (Bahía de Algeciras) unido al Prior.
Si quieres la versión “Capitán” debes saber el hipotético origen de ese topónimo: cuenta la leyenda que Gabriel Moreno Pantisco, soldado ilustre en la guerra de Dinamarca por lo que ascendió a brigadier, fue apodado “El Capitán” a causa de los galones y uniforme que llevaba al regresar a España. Lucho contra las tropas napoleónicas en el Campo de Gibraltar, colaborando en un frustrado intento de alzamiento contra el régimen absolutista de Fernando VII, por lo que acabó formando un grupo de 12 bandoleros que actuaron en la Sierra de Algeciras. Murió de un tiro en un enfrentamiento con las Compañías Francas (origen de la actual Guardia Civil). La cañada donde cayó muerto pasó a ser conocida como “La Garganta del Capitán” Fue enterrado en una fosa común en el cementerio de Algeciras. Pronto se creó la leyenda de que en las noches de luna llena el alma en pena del Capitán se posaba sobre una de las rocas que le vio morir, y allí lloraba amargamente. Aconsejados por un cura, encargaron a un cantero que tallase una cruz en la piedra donde se sentaba el espíritu, en la que rezaba la siguiente frase. “Aquí yace Gabriel Moreno, que falleció el 13 de junio de 1834 a los 77 años edad”. Y la leyenda dice que dejó de aparecerse “El Capitán”. Aunque parece que la historia real es que allí descansa Gabriel Moreno Cantalejo, que trabajó en el molino de San José, al que le sobrevino la muerte a causa del cólera morbo que azotó a Algeciras a principios del s.XIX. Cerca del molino se le dio sepultura a su cadáver, labrándose en una piedra la inscripción.
Pues se debe al Prior de la Orden de San Juan de Jerusalén, fray Alfonso Ortiz Calderón, a su vez famoso almirante de la escuadra que desde el mar dio apoyo al Rey con una destacada actuación en la conquista de Algeciras. Sin embargo, una "surestá" le reventó 12 galeras de las 15 que disponía su escuadra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario