El jueves 7 de noviembre nos dispusimos a andar nuevamente, esta vez una ruta propuesta por nuestro Delegado de Grupo, Moisés Guerrero Montero, programada como la número tres, que aplazamos el jueves 31 de octubre por las deseadas lluvias que en nuestra zona cayeron bien. Todo nuestro respeto y apoyo a los afectados por la DANA, especialmente en Valencia.
La ruta la iniciamos en el parking cercano a Huerta Grande, en la barriada de El Pelayo, para desplazarnos por un carril forestal-pista militar hasta el mirador del Cerro del Tambor, cuya toponimia se debe a su forma redondeada, capricho geológico de los Cerros del Estrecho, quizás modelados por Hércules en la creación del Estrecho de Gibraltar. El mirador reutiliza un búnker de la Muralla del Estrecho, proyecto franquista relacionado con la II Guerra Mundial, la posibilidad de invadir el antiguo territorio colonial en el norte de Marruecos a la vez que la propedéutica sobre el rumor de un posible desembarco aliado.
El trayecto fue mucho más llevadero que lo previsto en la ficha descriptiva de la actividad y en las condiciones meteorológicas previstas. Once kilómetros que sólo encerraba un buen obstáculo en la última subida de fin de fiesta, y aunque empezamos bajo una niebla consistente, la alta temperatura para esta fecha 18/20ºC nos permitió ir cómodos de abrigo pero incómodos en el pensamiento de una "otoñá" que necesita de un poco de frío. A cada estación lo suyo. De lo contrario, los cambios nos mostrarán cada vez más situaciones de desastres naturales que no son otra cosa que autorregulaciones de la evolución biológica de un Planeta colapsado por momentos.
Y una clave la tiene esta hospitalaria cabra que por un puñado de nueces de Carmen Diego nos mostró la importancia de hacer compatibles la actividad humana y la auto-regeneración del ecosistema. Para ello, nos contaba feliz, que sólo hay que recuperar el intangible de la tradición oral que encierran los saberes locales que hace cien años nos proporcionaron bienestar y calidad de vida, para, innovando incorporarlos a nuestra práctica tecnológica parasitada por el consumismo.
Y las aves también hicieron lo propio, un gran grupo de buitres leonados roneaban el cielo para buscar el momento propicio de dar un nuevo salto a África con el levante. Quizás las temperaturas a ellos sí le sirviesen para que, creadas nuevas térmicas, sea más fácil conseguir la altura necesaria que les permita con éxito su migración. En la Naturaleza no hay feria mala, lo que uno pierde otro gana. La cuestión es la permanencia de nuestra especie humana en parámetros aceptables de bienestar y calidad de vida.
Pero ello conlleva un nuevo paradigma del consumo que incluya responsabilidad y consciencia. No hay tanto molino, ni placa, para suprimir la energía nuclear-carbón contaminante si el consumo total sigue un crecimiento exponencial. De ahí que conceptos acuñados por el científico Fernando Valladares como "decrecimiento" estén de la mano de las instalaciones de generación eléctrica renovable, nunca del concepto "no hay límites", porque no hay tanto suelo ni mar para la avaricia consumista.
El día no fue el más propicio para la observación de nuestra costa (Tolmo, Punta Acebuche, Cala Arenillas...), ni para deleitarnos con la magnífica obra de Hércules. Sin embargo, la omnipresencia de la nueva globalización personificada en los gigantes de la mar para el transporte marítimo mostraba que, casi, no hay quien pueda con ellos.
"Ya pagará el inglés el vino que se bebió".
-Anónimo popular de Jerez-
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