domingo, 11 de mayo de 2008

Castillo Fortaleza Guzman el Bueno - Tarifa


El castillo fue concluido en el mes de abril del año 960, así reza en la placa de mármol que, escrita en caracteres árabes, aún permanece en la puerta principal de la alcazaba. Está asentado sobre una meseta rocosa en la parte alta del casco histórico, dando su flanco sur al mar. Tiene la forma de un rectángulo irregular con una superficie interior de unas 1,5 hectáreas. Su interior está formado por dos patios de armas, separados por una galería de dos plantas. Adosadas a las murallas, existen largas y estrechas naves que delatan un marcado carácter militar. La altura de sus muros está en torno a los 10 metros y el grosor es variable, alcanzando los 3,60 metros en el tramo de la puerta principal.
Flanco oeste del castillo de Guzmán el Bueno
Los constructores de la fortaleza eligieron la piedra ostionera de las canteras que se hallan en la cercana Isla de las Palomas. Los muros tenían un primitivo aparejo de sillares colocados a soga (a lo largo) y a tizón (a lo ancho). Los sillares se encuentran bien labrados, manteniendo todos ellos una altura de 30 centímetros.
Las modificaciones que, a lo largo de su existencia ha sufrido el castillo, han limitado su aparejo original especialmente en los paramentos que dan al mar, que han tenido que sufrir el embate de la adversa climatología del Estrecho. Sin embargo, el tramo norte, más resguardado de la acción ambiental, mantiene en toda su pureza el aparejo de la época califal.
La defensa del castillo de Tarifa se centra en el adarve o parte superior de las murallas. Está compuesto de un parapeto con almenas y por el paradós (un pretil de apenas 70 centímetros de altura construido por la parte interior). El adarve recorre toda la fortaleza, no encontrándose almenadas las murallas que dan al mar por haber sido eliminadas para facilitar las operaciones de la artillería.
El núcleo original del siglo X tenía quince torres repartidas en sus cuatro murallas, de tamaños y alturas similares, a excepción de las torres de las esquinas que pierden su figura rectangular para adaptar sus ángulos a la forma de la fortaleza. Hoy día faltan dos torres en el flanco este, que no fueron reconstruidas tras quedar arruinadas. Las torres son macizas y se elevan por encima de la muralla.
Llama la atención el poco saliente de las torres, lo que prácticamente impide que desde sus almenas se pudiera hostigar a los atacantes. No es extraño que los cristianos, poco después de conquistar el castillo a final del siglo XIII, mejoraran la capacidad defensiva de sus torres.
En el siglo XIV se construyó la torre del Homenaje. Es de proporción mucho mayor que todas las restantes torres de flanqueo, y engloba en su interior a la antigua torre musulmana. Hoy se encuentra rebajada hasta el mismo nivel del adarve pero, en el siglo XIX, aún conservaba un cuerpo superior, con lo que adquiría una altura de unos 20 metros desde el suelo.
La puerta principal del castillo se abre en el frente oeste, defendida por dos cercanas torres. El exterior de la puerta presenta en la actualidad un arco de medio punto. Estudios recientes muestran que, en origen, el arco fue de herradura. La puerta es de ingreso recto, cubierta por una bóveda que alcanza los 5,70 metros de altura.
La alcazaba de Tarifa cuenta con una pequeña puerta o poterna en el frente este. Esta no es la única puerta secundaria del castillo, pues recientemente se ha descubierto una pequeña puerta (hoy tapiada) en la muralla norte, junto a una de las torres de flanqueo.
Lo que hemos descrito anteriormente es el núcleo original del castillo, datado en tiempo del califato. Los sucesivos ocupantes de la alcazaba respetaron lo hecho pero añadieron nuevos sistemas defensivos. Entre los añadidos está un antemuro que rodea la fortaleza, quizás realizado por alguno de los pueblos norteafricanos que ocuparon Tarifa a partir del siglo XI. Tiene una altura menor que la muralla del castillo, y era una dificultad más que debían vencer los asaltantes. El antemuro (también conocido como barbacana o falsabraga) está dotado de camino de ronda y, aunque estuvo almenado y con torres esquineras, hoy está desprovisto de estos elementos defensivos.
En el antemuro se abre una puerta por el oeste, muy notable pues tiene una estructura en doble recodo o zigzag, otra dificultad a superar para acercarse al núcleo principal del castillo.

Torreón de Guzmán el Bueno
Parece que fueron los almohades los que levantaron la torre octogonal —conocida con el nombre de Guzmán el Bueno— cuando ocuparon la fortaleza en el siglo XII. Es una torre albarrana, es decir: separada del castillo y unida a él mediante una muralla de unos 40 metros llamada coracha. En la actualidad la torre se encuentra rebajada en altura, pero —originariamente— tuvo una planta superior que la debía de convertir en una de las más monumentales torres que los ingeniosos almohades levantaron en al-Andalus. Esta torre se convirtió en una de las torres esquineras del recinto amurallado de Tarifa, que permaneció en su integridad hasta final del siglo XIX.

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