El sexto encuentro del grupo SurMarino nos ha llevado a conocer el estado de salud de nuestros montes por el indicador de la actividad cinegética. Nos ha guiado con pasión académica Eduardo Briones Villa, biólogo por la Universidad de Sevilla que lleva trabajando en el área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Los Barrios 31 años.
Con datos recopilados en diferentes cacerías desde el siglo XV nos mostró que el corzo fue el animal salvaje predominante en nuestros montes, por encima del jabalí y del ciervo; que el ciervo durante los siglos XVIII y XIX no estuvo presente; que se reintrodujo en la Almoraima por el Duque de Medinaceli a principios del siglo XX como regalo de su primo el Duque de Tarifa, que los sacó de Doñana, adaptándose con éxito a nuestros montes.
Nos confirmó que la falta de regeneración del alcornoque se debe a un exceso de carga de ungulados salvajes, especialmente de gamos, ciervos y muflón, exponiendo los datos exitosos de regeneración conseguidos en cinco montes propiedad de la Junta de Andalucía donde se ha realizado cercones eliminando ésta carga. Incluso en cercones de 300 hectáreas de la finca de La Almoraima donde han manejado la carga cinegética hacia el corzo, ya que por su menor envergadura necesita menos comida y favorece la regeneración.
Nos llamó mucho la atención cuando señaló, siendo un experto cazador, que la caza no había conseguido regular la carga de herbivoría sino que en algunos casos ha generado un desequilibrio al cazar a los mejores machos, debilitando la especie por no dejar paso a la selección biológica natural, aumentando el número de hembras que posibilitan mayor número de crías creando un círculo vicioso de degradación del monte. Apuesta firmemente por sacar con trampas gigantes los sobrantes para favorecer la regeneración del alcornocal y la mejora de las propias especies cinegéticas, ya que al ser menos individuos éstos se crían con más alimento y se evitan problemas de salud veterinaria.
Aunque cada propietario de finca en el PN de Los Alcornocales, donde el 70% está en manos privada, realiza su gestión unilateralmente de acorde con el PORN y el PRUG, debería existir una cultura ambiental que nos llevase al convencimiento de que las cosas bien hechas son las que producen mayores beneficios, que es necesario sacrificar los rendimientos económicos en un proceso de transición hacia la toma de decisiones globales para conservar nuestro ecosistema, actuando con los tiempos del monte y no del mercado.
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